jueves, 9 de junio de 2011

la pesca del barbo con veleta

Existen infinidad de maneras de pescar barbos: a fondo, a mosca, con aparejo de tiento e incluso haciendo uso de señuelos artificiales en caso de los comizos y, en lugares muy concretos donde abunda la minitalla y los barbos tienen una talla media muy alta, también podremos capturar así algún común. Pero si hay una modalidad apasionante y tradicional para capturar a éste bravo ciprínido endémico de la Península Ibérica, esa es la pesca con veleta o flotador en corrientes.


DÓNDE ESTÁN LOS GRANDES




Casi todos los ríos donde el barbo está presente cuentan con buenos ejemplares. Lo complicado es encontrarlos. Los barbitos juveniles de no más de doscientos gramos se encuentran por todas partes pero si queremos disfrutar de emociones no aptas para corazones delicados lógicamente buscaremos piezas que, por lo menos, superen el kilo. Dado que el protagonista del presente reportaje tiene buenas tragaderas desde joven y la técnica en cuestión no es demasiado selectiva resulta fundamental que en la zona haya ejemplares de cierta talla. Afortunadamente juega a nuestro favor el hecho de que nuestro objetivo se mueve en grupos de ejemplares de más o menos el mismo tamaño facilitándonos la tarea de capturar varios peces de buena medida en un mismo tramo del río. Ojo, si nos dejamos ver, aunque aparentemente no se asusten y sigan comiendo con normalidad, lo más probable es que nos desesperemos viendo como hermosos barbos nadan cerca de nuestro cebo sin hacerle caso. Lo dicho, sigilo, movimientos poco aparatosos y ropa discreta de colores que se confundan con el entorno.





Precioso barbo burgalés pescado en primavera con el río crecido que es cuando arrastra lombrices y otros invertebrados siendo época muy propicia para esta técnica.

Aunque es cierto que hasta conocer bien el río no daremos con esos lugares que pronto se convertirán en “nuestros santuarios secretos” por el tamaño y abundancia de las piezas que albergan, si seguimos unas sencillas pautas tendremos más posibilidades de éxito. Buscaremos zonas de cierta profundidad y bastante corriente donde el agua forme remolinos –allá donde confluyan dos corrientes debemos probar sin dudarlo- y arrastre buena cantidad de alimento. Es importante que en el lugar abunden rocas, a veces no visibles pero que se intuyen por la forma que toma el agua al pasar por ellas, de tamaño y características adecuadas para que puedan servir de escondrijo a nuestro desconfiado amigo. Por supuesto, en el fondo de las grandes y profundas pozas pueden esconderse animales de esos que te hacen temblar las piernas con sólo verlos.


EL EQUIPO

El equipo es sencillo y económico. No requeriremos de mucho más que una caña, mejor telescópica para llevar el aparejo montado y por su facilidad para plegarla sin desmontarlo en caso de querer trasladarnos a otra zona de pesca, de entre 2’70 y 4 m, la menor para ríos pequeños y viceversa.





Un equipo perfectamente válido para la pesca con veleta donde se une una caña de las de toda la vida a un carrete moderno con un buen freno y bastante ligero. La puntera de fibra maciza, aún en la era del carbono, no tiene rival ante grandes piezas. Eso sí, las cañas modernas fabricadas en fibra de vidrio raramente traen punteras de calidad.

La caña ideal tendrá entre 10-30 y 15-40 gramos de peso de lance, aquí valoraremos la talla media de los barbos, y será de acción media o media punta. Es decir, lo suficientemente rígida para dominar bien al pez pero que tenga cierta elasticidad que absorba los últimos tirones cuando ya lo tengamos cerca. Respecto al carrete, mejor si es rápido 5-1 de ratio aproximadamente, con capacidad para 150 metros de monofilamento del 0´30 y un freno muy progresivo. Si además es ligerito, mejor, podemos pasar muchas horas caña en mano.



EL APAREJO




La sencillez a menudo va unida a la eficacia.





Todo en el equipo ha de ser robusto y los anzuelos no iban a ser una excepción. Sí, estos están pensados para la dorada pero son estupendos para nuestros fines por su resistencia. Un buen barbo puede enderezar un anzuelo endeble y dejarnos con dos palmos de narices.

Utilizaremos un sencillo aparejo de flotador fijo. En la mayoría de las ocasiones, es raro que pesquemos en lugares más profundos que nuestra caña y lo habitual es que no superen el metro y medio o los dos metros de profundidad.
La gameta tendrá un grosor aproximado de 0,25 centésimas. El fluorocarbono va muy bien pues, a parte de ser muy discreto bajo el agua, su resistencia a la abrasión nos vendrá fenomenal cuando el barbo en su potente lucha roce el bajo contra los cantos del fondo.





Bien visibles en la corriente. Fundamental para clavar al momento de producirse la picada y no perder la pieza

Resultará imprescindible para ver bien la picada que las veletas o flotadores vayan provistas de una antena fácilmente localizable en la corriente por su longitud y color. El gramaje de éstas variará en función de la fuerza del agua estando los más adecuados entre cinco y diez gramos.


LA TÉCNICA

Aquí está el meollo de la cuestión. Lanzamos el aparejo, cebado con lombriz, río arriba, tensamos el hilo ligeramente, observamos con atención como baja y de repente ¡zas! La veleta se sumerge con brusquedad y nuestra caña se flexiona peligrosamente, el carrete comienza a cantar... sí, es un barbo de casi dos kilos. Nos regala una primera carrera absolutamente frenética que nos deja temblando. Si conseguimos controlar los primeros embates el trabajo está hecho, casi es seguro que nos haremos con él. Luego lo reanimamos, al agua y a por el siguiente. Es esta una pesca divertida, dinámica y emocionante. Si la probáis una vez os engancharéis para siempre.
Con el barbo el captura y suelta es una obligación porque es uno de los pocos endemismos ibéricos que aún son bastante abundantes en algunas zonas y debemos velar porque siga siendo así. Por otra parte, aunque su carne es rica, contiene tal cantidad de espinas que comerlo, si no eres una nutria, puede resultar un auténtico suplicio.





Un barbo de aguas limpias y corrientes. Con la musculatura firme y potente estos peces son, con diferencia, más luchadores que sus congeneres de pantano. Aunque es cierto que es en aguas embalsadas donde se hayan los mayores ejemplares, a igual tamaño, ganan en bravura los de río.

miércoles, 8 de junio de 2011

la pesca de la crapa

Comportamientos y posturas de las carpas

Como ocurre con cada especie, para la pesca a mosca de la carpa es necesario conocerla a fondo, sus costumbres, su alimentación y saber interpretar correctamente y en cada momento en que situación se encuentra el pez. Es importante aprender a leer el agua, y eso no es solo saber descubrir a los peces. Aquí os dejo algunos de los comportamientos más comunes que nos podemos encontrar:

Comportamientos negativos de las carpas
Una de las peores situaciones en las que nos podemos ver es cuando las carpas están inmóviles muy cerca de la superficie en grupos más o menos numerosos. Normalmente ocurre en verano, cuando el sol te pega con fuerza en la nuca y por mucho que intentemos ofrecer nuestra mosca, lo más que pescaremos será una insolación. Ojo, eso no quiere decir que no piquen, pero tendremos que pasar absolutamente desapercibidos, al minimo error nos descubrirán y por más que lancemos, no las incitaremos a entrar.

Cuando les llega la freza casi entrando en el verano se vuelven locas y confiadas, las veremos corretear unas detrás de otras y podremos casi cogerlas con la mano, pero no harán ni caso a nuestras imitaciones, busca en este caso a los ejemplares solitarios que estén algo más tranquilos.

“Posturas” de las carpas o comportamientos positivos
En superficie:

Para mi particularmente, como más me gusta encontrar a las carpas es chupando en superficie y produciendo el característico “chup chup” al sorber. No siempre oiremos el chupeteo y las encontraremos en diferentes situaciones que debemos aprender a reconocer:

Nadando lentamente por la superficie sacando los morros, mientras engullen pequeños dípteros (aunque se tragan casi todo lo que pillan). Esta situación la tendremos pescando “al sereno”, al orto y al ocaso, cuando aun la luz apenas nos permite distinguirlas. La mejor solución será colocar una mosquita pequeña del color que intuyamos que puedan ser los insectos reales y hacer una posada lo más suave posible. El mayor inconveniente en estos casos es encontrar una mosca pequeña y lo suficientemente fuerte para que aguante las embestidas de estas formidables peleonas. Imaginaos que lo que están comiendo son Caenis… Nos abrirán el anzuelo.

Otras veces, observaremos que buscan ávidamente “algo” en la superficie, se mueven más rápido y sacan y esconden los morros, si esto ocurre al anochecer a veces solo las veremos cuando corten la linea del agua para cebarse (por la poca claridad, poneros mirando al atardecer haciendo que el reflejo del cielo se situe donde están saliendo las carpas, conseguiréis ver mejor la picada), la solución será la misma que en el caso anterior, aunque probablemente estén cebándose a algo concreto, si hacemos una buena posada saldrán casi a cualquier mosca de pequeño tamaño, afinad la puntería e intentad colocar la mosca en la trayectoria de la carpa, a unos 40 ó 50 cm de su boca.

A lo largo de una jornada de pesca carpera a veces nos sucederá que escuchamos de lejos el chupetear de las carpas, haciendo gala de nuestras dotes de pescadores a mosca (o más bien recechadores con mosca) nos acercaremos a los chupeteos con cautela y sigilo pero al llegar al punto de encuentro… Donde está la carpa? Aquí tendremos que buscarla bajo la espuma, la porquería acumulada en rincones, recodos, reculas, obstáculos, presas o incluso en la orilla, la carpa estará justo debajo chupeteando restos orgánicos o bichos atrapados en el amasijo de ramitas y hojas. Entonces… ¿Como las pescamos en superficie? No lo intentes arriba, La mejor solución es darle un buen bocado, un suculenta Wolly Bugger tonos oscuros u olivas será perfecta, su peso hará que penetre en la espuma y caiga justo delante de la carpa, que la tomará sin remilgos (siempre y cuando la presentación sea correcta, nunca lances una mosca grande encima de su cabeza). Otra opción es lanzar ninfas justo donde termina la espuma, dejar que caiga y con paciencia recoger a lo largo del borde de la balsa de restos acumulados. A veces podremos acercarnos lo suficiente como para meter directamente la ninfa en su boca cuando la descubramos chupeteando.


Si probamos a echar pan en el agua quizás tengamos la oportunidad de ver salir a estas glotonas. En algunos lugares donde están acostumbradas a este tipo de alimento y más en concreto donde la gente se lo ofrezca de forma habitual (por ejemplo al dar de comer a los patos) podremos ver auténticas avalanchas de carpas apelotonándose para comérselo antes que sus vecinos con pico, estas situaciones son bastante frecuentes en parques y carpódromos y será suficiente con echar nuestra imitación de miga de pan en medio de la confusión (hay que tener cuidado con los patos, que tomarán nuestra mosca sin dudarlo). Si por el contrario observamos que salen como un relámpago de una en una a morder el pan la cosa cambia y necesitaremos una buena imitación y algo de paciencia, en este caso es muy importante no mover la mosca del agua, también funciona bien una imitación de pan que se hunda lentamente, ya que permite a las carpas tomar la imitación sin asomarse fuera del agua (a veces las carpas están habituadas a ser pescadas mientras comen pan y pueden mostrarse recelosas).

Por último la más habitual de todas las situaciones, las carpas pululando por las orillas o a menos de un metro de profundidad y en grupos de varios ejemplares. Aquí lo mejor es lanzar una hormiguita de ala o un bicho de foam o pelo de ciervo. La imitación de pan hundiéndose lentamente también es muy efectiva.

No obstante, por regla general una carpa nos tomará casi cualquier imitación en superficie siempre que esté “subiendo” de forma continua, al contrario que un barbo, no saldrá desde metro y medio de profundidad, eso si, debes hacer una posada lo más suave posible. Las mejores moscas de superficie, sin duda, los bichos de foam y las hormigas de ala en tamaños pequeños.

Hociqueando:


Si tuviera que elegir la situación perfecta para la pesca de la carpa a mosca sin duda sería esta, y me refiero a cuando están con la cabeza metida en una nube de lodo y solo vemos su enorme cola fuera del agua, entonces deberemos coger una ninfa (no demasiado pequeña) y hacer que caiga con suavidad por delante del pez, esperaremos que llegue al fondo y recogeremos muy suavemente. Un desplazamiento hacia delante de la carpa nos hará saber que a tomado nuestra imitación, pega el cachete y a disfrutar.

Otras veces las veremos en aguas someras, rebuscando por las orillas levantando piedras y filtrando la tierra en busca de quironómidos y otras ninfas. Aquí la forma de proceder varía un poco, la carpa estará en movimiento y tenemos que atinar a la primera, pues están muy cerca de la superficie y nos pueden ver con facilidad. Procura también lanzar con cuidado y conseguir una posada suave, muchas veces utilizaremos ninfas grandes que podrían asustarlas al caer al agua.

Pescando “al agua”:



Yo particularmente solo pesco “a pez visto” y rara es la ocasión que pesco “al agua”, exceptuando quizá cuando vamos de lucios o en el mar, en la mayoría de las demás ocasiones (a menos que la situación lo requiera) y como buenos mosqueros seremos nosotros los que buscaremos a las carpas y no ellas a nosotros. Entonces, ¿Como pescar las carpas cuando no las vemos?

Una de las situaciones más comunes en las que deberemos pescar al agua será en los días de tormenta, con aire o con el agua muy picada o turbia. Busquemos entonces lugares donde el agua golpee la orilla y enturbie de sobremanera el agua, en especial donde provoque pequeños derrumbamientos de tierra, en estas zonas el agua desentierra lombrices y ninfas, las carpas lo saben y no andarán lejos. Bate bien esas zonas con Wolly Buggers, ninfas de marabou, imitaciones de lombriz, el fantástico gusano de San Juan… Prueba también con grandes ninfas de colores llamativos, el agua está turbia y no ven “tres en un burro”.

Nos trasladamos ahora a una situación de río, corriente moderada y menos del metro de profundidad. Para sacar carpitas (las carpas realmente gordas solo las encontraremos en los tramos bajos de los grandes ríos y en embalses) en río no tendremos que hacer nada del otro mundo, mientras las buscamos por las orillas o en las pozas podemos tentarlas con una buena ninfa y un señalizador de picada colocado de manera que nos quede la ninfa a unos pocos centimetros del fondo. Lanza a contra corriente como si de pesca a la pasada se tratase y presta atención al indicador. Este es un método de pesca que solo utilizo cuando no hay otra manera de pescar una vez estás en el río, y es que para pescar con cola de rata y flotador a la pasada, cojo una caña de lance y una veleta a tal efecto y me monto un buen aparejo que me de ciertas garantías.

Hay cientos de situaciones en las que la pesca al agua puede dar alguna captura y será siempre bien recibida ya que viene “de sorpresa”, pero para la carpa, hacedme caso, siempre “a pez visto”.

la pesca a mosca con buldó

Esta modalidad tambien conocida como pesca a la leonesa. Consiste en utilizar una bola de goma atada al hilo de la caña desde donde salen varios ramales con una mosca cada una.